viernes, 9 de octubre de 2009

ciclista Urkiola


Vuelves de vacaciones de verano, Markina-Madrid, con un poco de morriña, sentimiento que conservas aunque seas una persona mayor, la misma sensación que teníamos cuando éramos colegiales, ahora le llaman síndrome post-vacacional y lo analizan sesudos psiquiatras e ilustrados sindicalistas.
Siempre por el puerto de Urkiola imponentes peñascos en un parque natural de gran belleza a la sombra del Amboto. Seis kilómetros de subida con curvas de gran desnivel de hasta un 14% en algunos tramos. Alrededor de las 10.30 de la mañana, la habitual niebla baja, cubre la carretera, los coches suben lentamente y más lentos los camiones. Cuando éramos niños para que el coche no se calentase nos hacían bajar y subir algún trozo andando, así de empinada era Urkiola.
De pronto aparece una figura que sube en tu misma dirección en bicicleta sentado en el manillar y mirándote. Al principio no entiendes nada, luego cuando de das cuenta pasas a su lado haces una foto y te saluda. Nos enteramos que sube todos los días de esta forma tan original, no es joven y muchos ciclistas de menos edad van con la “lengua fuera”.
En la vida nos han enseñado que todo debe ir en una dirección si vas contracorriente te expones a ser tachado de loco .Desde pequeños nos obligan a ir en fila física o mental, los genios se saltan a la torera el orden gris que esta ya establecido.
Somos unos plastas pero no echemos la culpa a nadie sólo a nosotros mismos.
Un día a mi amiga y admirada Mercedes Milá le enseñe la foto y como tenía un programa en directo le sugerí que podría traerle al programa y hacerle un reportaje en la especial forma de subir. Mi programa no es de “fenómenos raros”. Creo que por su mesa pasaron Umbral (A mí me has in vitado a hablar de mi libro).
En un programa de Mercedes nuestro flamante Premio Nobel Camilo José Cela, quiso hacer una demostración de limpieza intestinal por la absorción de litro y medio de agua por al ano,pedía la
palangana a voces. Eso no es de fenómenos.
El ciclista murió y me dicen que dejó heredera la chica del bar donde tomaba el desayuno (amarretako ) .
Al ciclista todo el mundo le conocía por al apodo de treinta.
Pregunté de donde venía el nombre y me contestaron que era del caserío de donde procedía